Hoy expondré mi criterio sobre otro mal social “El Igualitarismo”
La forma de distribución socialista con arreglo a la cantidad y calidad del trabajo que cada cual pueda aportar acorde a sus capacidades físicas e intelectuales, unida a los derechos básicos que el mismo sistema asegura a cada ciudadano con relación al acceso a la salud, la educación, la cultura, al trabajo, la vivienda, la seguridad y la asistencia social, etc., hacen que, pese a las desigualdades sociales que perduran temporalmente, el sistema sea infinitamente más justo que la sociedad capitalista; y de eso a ninguna persona honesta le puede caber la menor duda. Al mismo tiempo, dichos derechos es lo que, de hecho, garantizan la igualdad socialista. Pero esa igualdad no sólo hay que verla vinculada a las cosas que todos tenemos en igualdad de condiciones, en cuanto al acceso a todos los beneficios que la Constitución y las leyes complementarias nos aseguran.
La igualdad en la etapa socialista también se materializa en la posibilidad que todos tenemos al alcance de nuestras capacidades para superarnos y poder realizar un trabajo mejor remunerado. Es decir, dentro de esas desigualdades también existe un principio de igualdad social, acorde a las capacidades de cada cual, con independencia de los derechos consagrados por las leyes para todos por igual.
Sin embargo, esa igualdad de oportunidades no siempre está acorde con las posibilidades personales y las capacidades físicas e intelectuales de todos los ciudadanos, lo que hace que la satisfacción de las necesidades materiales y espirituales sea siempre diferenciada. Por eso algunos, que tal vez no tengan tantas necesidades materiales; pero tienen la capacidad para producir más y mejor, reciben más que otros que, por determinadas condiciones familiares, necesiten más; sin embargo, reciben por debajo de sus necesidades, ya que sus capacidades productivas son más limitadas.
En este caso se da la diferencia entre igualdad e igualitarismo. Existe una lógica desigualdad entre esos que aportan más y reciben más, aunque sus necesidades personales y familiares sean menores; y aquellos que, por razones de capacidad, reciben menos, aunque sus necesidades sean mayores.
De manera que, siempre que las capacidades físicas e intelectuales lo permitan, todo ciudadano tiene el derecho y la posibilidad real de superarse para acceder a un puesto de trabajo en el cual pueda aportar un resultado superior en cantidad y calidad, lo cual le permita obtener una mayor parte de la distribución; la que, de hecho, constituye un estímulo, tanto para continuar aumentado la cantidad y calidad del trabajo, como para la superación personal del trabajador.
Estas desigualdades en el socialismo también están presentes, y hay que distinguirlas, entre el trabajo manual y el intelectual. No puede valorarse igual el trabajo de un equipo de ingenieros y arquitectos que proyectan la construcción de una fábrica, que el de los operarios y trabajadores que la construyen. Ni la labor de dirección del especialista que dirige el trabajo de esos profesionales, al del jefe de una cuadrilla de albañiles y carpinteros que participa en la ejecución de la obra. Tampoco el trabajo del director de una empresa, que dirige, coordina y controla toda la actividad productiva y económica de la entidad a nivel global y responde por todo, con la de un simple trabajador cuyo aporte, por más social que resulte al final, es individual y, por tanto, menor en cantidad y calidad.
Por lo tanto, estas personas que tienen esas altas responsabilidades y sobre las cuales gravita la cantidad y calidad del trabajo de todo un colectivo, responsabilidad que crece y se complica en la misma medida en que sea mayor, tanto el colectivo de trabajadores como la importancia y complejidad de la actividad que realiza la entidad que dirigen, no cabe duda de que tienen derecho a recibir más. Otro tanto ocurre con quienes ocupan cargos de dirección gubernamental y política a los diferentes niveles, de cuya gestión se sobrentiende dependa de manera decisiva el logro de los objetivos de la producción y la distribución, y la existencia misma del sistema socialista. Ese derecho está inserto perfectamente dentro de la forma de distribución socialista. De lo que tiene que ser entendido por igualdad en nuestro sistema. Es decir, igualdad sin igualitarismo; concepto que, como ya hemos visto, de hecho lleva intrínsecas las desigualdades que, lógicamente, subsisten en la primera fase de la sociedad comunista.
Ahora bien, existe una abismal diferencia entre las desigualdades que entrañan la igualdad sin igualitarismo, y las desigualdades que emanan de los privilegios, que nada tienen que ver con la teoría económica de Marx, y mucho con la corrupción que nos impide avanzar hacia la meta que aquél avizoró. Y es que algunas veces hemos escuchado esgrimir el argumento de la igualdad sin igualitarismos para justificar lo que, a no pocos, nos parecen privilegios.
La Revolución tiene conquistas fundamentales y las más importantes son:
La salud y la educación que tiene igualdad de derechos para todos, y cada día debemos continuar perfeccionándola, exigiendo por ella y poniéndole todo lo que necesita.
El trabajo para todos, muchos en el pueblo piden, exigen, pero quieren vivir sin trabajar, y otros, que son bastantes, quieren vivir de los que trabajan y de los recursos que el Estado asigna para la educación, la salud y muchas otras actividades; otros, de los que hacen producir la tierra, a lo que considero es necesario ponerle coto, exigiendo que cada organismo estatal, empresarial o presupuestado cumpla con sus funciones y nosotros, el pueblo representado en las distintas organizaciones políticas y de masas, lo hagamos también no haciéndonos receptores o ciegos, combatiéndolos y apoyando a las autoridades que tienen las facultades para combatirlo.
La sociedad cubana se está hundiendo como El Titánic entre los malos hábitos y la transculturación, la ideosincracia del cubano la estamos matando con el desamor a lo nuestro e idolatrando las malas costumbres consumistas, existe un gran número de la población principalmente los jóvenes que no le aportan nada a nuestra sociedad se dedican a negocios ilícitos y a manejar la compraventas de artículos en el mercado negro estos de dudosa procedencia sin darle a esta sociedad ni un grano se arena ¿Hasta cuando tendremos que aguatar el igualitarismo? Es hora ya de el que no trabaja no come, de acuerdo a lo que aportas es lo que obtendrás ¿Por qué esta persona o su familia tiene igual derecho o más derecho que la de un trabajador? Basta con repasar el principio de distribución socialista de cada cual según su capacidad, a cada cual según su trabajo.
Fuentes
http://www.granma.cu/granmad/secciones/cartas-direccion/cart-007.html
https://eltaburete.wordpress.com/de-cuba-ahora-igualdad-sin-igualitarismo/
Profunda reflexión sobre un tema que hoy nos afecta a todos, pero hay que tener cuidado porque este discurso es empleado para justificar desigualdades innecesarias y justificar insuficiencias que van contra la esencia del sistema socialista, si bien es cierto que la retribución al individuo debe estar vinculada directamente a su aporte a la sociedad el Estado debe proteger a las personas que no están en capacidad de aportar lo mismo y hoy se desatienden, te pongo un ejemplo en vemos a diario decenas de personas dementes deambulando y pidiendo limosnas, cuando tal tema se discute con autoridades del MINSAP se plantea que debe resolver esto la familia Usted se imagina que tenga que dejar de trabajar para atender a un padre suyo con Alzheimer, quien lo mantiene a usted y al enfermo, de la misma forma ocurre con un minusválido o un demente, en esos casos el Estado debe jugar su papel, de lo contrario ¿para qué quiero Estado?
José la idea es el debate, eso fue tomado de algunas páginas de internet y reflexionando yo estoy en total desacuerdo que cualquier mequetrefe que tiene 4 quilos tenga más privilegios que yo…
yo mejor me quedo con el estribillo de la canción de buena fe…..
“…no me regales más nada, déjamelo ganármelo yooooooo……”